Una pequeña oficina odontológica con espacio para 3 consultorios, una recepción y un baño comprimían este lugar volviéndolo poco funcional en temas de accesibilidad y comodidad. Poseía dos accesos y un consultorio poco iluminado.

Esta remodelación requirió de la demolición de algunos muros no estructurales para convertir el antiguo consultorio odontológico en un singular estudio fotográfico. Al acceder a este espacio se encuentra un único ambiente dividido espacialmente por sus particulares columnas romboides.

Al costado derecho se encuentra un baño y una zona de trabajo con espacio para tres personas; es allí donde se puede realizar el trabajo posterior a las tomas fotográficas del estudio. Al costado izquierdo se encuentra una sala y un extenso espacio dedicado a la toma de fotografías que gracias a su “muro sin fin” permite que este gane profundidad y pulcritud. Este simple detalle une a dos disciplinas tan artísticas como lo es la fotografía y la arquitectura.